Aurora - Rimbaud

jueves, 13 de agosto de 2009


Abracé a la aurora del verano. Nada se movía aún en la faz de los palacios. ElAgua estaba muerta. Los campos de sombrasNo abandonaban el camino del bosque. Anduve, y despertaronLos hálitos vivientes y tibios, y las piedras preciosas miraron, y las alas se alzaron din ruido. La primera aventura fue, en el sendero ya henchido de frescos y pálidos destellos, una flor que me dijoSu nombre. Reí al salto de agua rubio que se desgreñóA través de los abetos: en la cima plateada reconocí a la diosa. Entonces retiré uno a uno los velos. En el camino,Agitando los brazos. A través de la llanura, donde la denuncié al gallo. En la gran ciudad, ella huía entre los campanarios. Y las cúpulas, y yo la perseguícorriendo como un mendigo sobre los muellesde mármol. En lo alto del camino, cerca de un bosque De laureles, la rodeé con sus velos amontonados y sentíAlgo de su inmenso cuerpo. L aurora y el niño cayeron Al pie del bosque. Al despertar era mediodía.

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